En los últimos años, se ha hablado mucho sobre la posible desdolarización de la economía global. Con el ascenso de nuevas potencias económicas, en tiempos de turbulencias financieras, muchos países están considerando la posibilidad de cambiar sus reservas y transacciones internacionales a otras monedas.
Un ejemplo claro es Argentina, que al enfrentar una inflación que supera los tres dígitos y una deuda con el Fondo Monetario Internacional de 44.000 millones de dólares, recurrió al pago de importaciones en yuanes. Aunque los economistas del país, consideran que poco hará por mejorar la situación financiera, dado que las exportaciones se reducirán considerablemente, por la sequía que afectó al sector agropecuario este año.
La desdolarización es un tema controvertido, con algunos argumentando que podría llevar a una mayor estabilidad financiera y otros advirtiendo sobre los riesgos económicos y políticos. Un riesgo que conoce muy bien Lula da Silva, pues fueron sus declaraciones sobre crear una moneda única regional, las que le otorgaron sus primeras críticas, al iniciar su tercer mandato en el gobierno de Brasil.
El líder izquierdista propuso que la divisa se llamase «SUR» y desde su campaña aclaró que la misma sería una alternativa para que las naciones latinas comercien entre ellas sin depender del dólar y de la fluctuación de su valor.
La moneda «SUR» tendría características similares a las del euro, pero sería digital, lo que permitiría a los países mantener sus reservas internacionales basadas en euros o en dólares.Algo que definitivamente alertó al vecino del norte, ante la posibilidad de perder el control en países como Panamá, que se rige netamente por el billete verde.
Sin embargo, para el líder izquierdista no era suficiente. Da Silva también sugirió la idea de un Banco Central Sudamericano. Este funcionaría bajo una capitalización inicial que realizan los países miembros y sería proporcional a su participación en el mercado regional.
Aunque parecieran sueños de pipa, la idea de una banco central sudamericano, podría beneficiar a uno de sus principales socios comerciales, que está pronto a acabar sus reservas, y cada vez más abraza la posibilidad de transformar por completo todos los pesos existentes a dólares, para evitar la crisis cambiaria que se genera por el dólar ilegal o «dólar blue».
Adentrarse en la situación financiera argentina, es un ejercicio complejo, pero sirve para imaginar a qué extremos podríamos llegar, otras naciones que al igual hemos corrido con la mala suerte de tener gobernantes que recurren al populismo, antes de pensar en políticas monetarias.
A grosso modo, alejarse del dólar podría traer implicaciones significativas para el sistema financiero global. Se podrían perder las referencias para las tasas de interés y los tipos de cambio, generando caos en el comercio y las inversiones. Esto, tomando en cuenta que los países apenas empiezan a recuperarse de los devastadores efectos económicos que dejó la pandemia del coronavirus. La exagerada cuarentena y la compra de vacunas, aceleró el proceso de desdolarización a nivel mundial. En la primera economía mundial, la Reserva Federal estadounidense, ha inyectado billones de dólares en la economía, para mantener la estabilidad financiera del país y evitar una recesión a gran escala.
Esta estrategia funcionó pero ante la presión de los mercados, el 11 de abril, el presidente Joe Biden, firmó el proyecto ley que dictaminó el fin de la emergencia nacional por Covid-19 para mayo de este año. Con esto se eliminarán la mayoría de los servicios médicos gratuitos, entre ellos, pruebas del covid-19, tratamiento y vacunas, que no estén cubiertos por programas como el Obama Care.
En la región de Latinoamérica, la pandemia generó una caída en los precios de las materias primas, que son un componente clave en la economía de muchos países de la región.
Entre tanto, el covid-19 si llevó a una mayor cooperación regional en Latinoamérica, con el establecimiento de un fondo de emergencia de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) para ayudar a los países de la región a enfrentar la crisis económica.
Los economistas y expertos sugieren que el proceso de transición puede llevar varios años, incluso décadas.
Ecuador abandonó su moneda nacional y adoptó el dólar estadounidense como moneda oficial en el año 2000, después de una crisis económica que incluyó la hiperinflación y la devaluación de la moneda nacional. Aunque la dolarización ayudó a estabilizar la economía a corto plazo, también ha tenido efectos negativos, como la falta de control sobre la política monetaria y la imposibilidad de ajustar la tasa de cambio, para mejorar la competitividad en los mercados internacionales.
Esto nos lleva a otro tema a considerar, especialmente viviendo en un país cómo Panamá, dónde no se cuenta con un Banco Central. Es difícil imaginar un escenario en el que un país abandone el dólar como moneda de uso común, sin tener un banco central que controle su política monetaria y emita su propia moneda. La reserva nacional puede actuar como prestamista de última instancia y proporcionar apoyo financiero en momentos de crisis, lo que ayuda a estabilizar la economía.
En resumidas cuentas, si bien la posible des-dolarización mundial presenta desafíos y riesgos significativos, también podría presentar oportunidades para la diversificación y la estabilidad financiera a largo plazo. Es importante que los países de Latinoamérica dejen de verlo como una fantasía, empiecen a prepararse para adaptarse a estos cambios y trabajen juntos para garantizar una transición suave hacia un nuevo sistema monetario y financiero.