Según la profesora de historia y política en la Universidad de Oxford, Linda Colley,
Aunque el poder político de las monarquías se ha reducido en gran medida, su papel simbólico sigue siendo relevante en muchos países.
dice Colley.
Por otro lado, algunos argumentan que las monarquías son anacrónicas y no representan los valores democráticos modernos. La escritora y periodista Pilar Rahola ha expresado su descontento con la monarquía española, argumentando que es
En su opinión, la monarquía española carece de legitimidad democrática y es un símbolo de la desigualdad social.
En términos generales, los medios especializados tienden a estar de acuerdo en que el papel de las monarquías en la sociedad moderna es limitado pero importante. Según la revista británica The Economist,
La revista argumenta que, aunque la monarquía tiene limitaciones en términos de poder político, puede desempeñar un papel importante en la promoción de la unidad y la estabilidad en tiempos de crisis.
En términos políticos, el Rey Carlos III será el jefe de estado del Reino Unido y tendrá una serie de poderes constitucionales que se utilizan en circunstancias especiales. Aunque en la práctica, estos poderes son ejercidos por los ministros y funcionarios del gobierno, el papel del rey como símbolo de la nación sigue siendo importante.
Culturalmente, la monarquía británica también tiene un impacto significativo en el Reino Unido y en todo el mundo. La familia real es una fuente de interés y fascinación para muchas personas, y su influencia se extiende a través de la moda, la música, el arte y el turismo.
Sin embargo, la monarquía también ha sido objeto de críticas por ser vista como una institución arcaica que no refleja la sociedad moderna y diversa del Reino Unido. Además, el costo de mantener a la familia real y los gastos asociados con sus ceremonias y compromisos oficiales a menudo han sido objeto de debate público.
La monarquía cuesta a los contribuyentes más de £ 345 millones al año, según un informe del grupo Republic. Esta cifra incluye gastos como los sueldos del personal de palacio, la seguridad, el mantenimiento de los edificios reales y los viajes oficiales. A pesar de que la familia real genera algunos ingresos a través del turismo y los bienes raíces, estos no son suficientes para cubrir los costos totales.
El costo de las monarquías también varía en otros países. En España, por ejemplo, la monarquía cuesta alrededor de € 8 millones al año, según el presupuesto real de 2021. En Suecia, el costo es de alrededor de SEK 132 millones al año, mientras que en Japón es de alrededor de ¥ 13,7 mil millones al año. En algunos países, como Dinamarca y los Países Bajos, el costo de la monarquía se ha reducido en los últimos años debido a los recortes presupuestarios.
Sin embargo, algunos argumentan que el costo de las monarquías no se puede medir solo en términos financieros. Las monarquías a menudo se consideran una fuente de unidad nacional y una parte importante del patrimonio cultural de un país. Además, algunos argumentan que las monarquías pueden ser más eficientes que los sistemas políticos republicanos, ya que pueden proporcionar estabilidad y continuidad en momentos de cambio político.
En sistemas políticos donde los líderes elegidos son a menudo objeto de críticas, la presencia de una figura monárquica puede ayudar a unificar a la nación y brindar una sensación de estabilidad en tiempos de cambio.
En lo positivo, las monarquías también pueden ayudar a preservar la historia y la cultura de un país. A menudo, estas figuras reales se han convertido en símbolos importantes de la identidad nacional y los valores culturales del país. Por ejemplo, la monarquía británica ha sido vista como un símbolo de la historia y cultura del Reino Unido, y ha ayudado a preservar la tradición de la familia real y su papel en la sociedad.
Además, las monarquías también pueden servir como embajadores culturales para sus países en el extranjero. Las visitas reales a otros países pueden ayudar a fortalecer las relaciones diplomáticas y comerciales, y pueden ser una fuente de orgullo y entusiasmo para la población del país de origen.
Cabe destacar que en comparación con otras monarquías, la realeza británica tiene un papel más ceremonial que político en el gobierno. Según una encuesta realizada por YouGov en 2018, el 73% de los británicos piensan que la monarquía debe tener un papel limitado en la toma de decisiones políticas, mientras que solo el 13% cree que debería tener un papel importante.
Por otro lado, la monarquía de Arabia Saudita tiene un papel mucho más poderoso en la política del país. El rey de Arabia Saudita es el jefe de Estado y jefe de Gobierno, y tiene el poder de nombrar y destituir a los ministros y jueces, así como de vetar cualquier ley aprobada por el Parlamento. En contraste, la reina Isabel II del Reino Unido que tenía un papel más simbólico, con poderes formales muy limitados.
En España, la monarquía tiene un papel más activo que en el Reino Unido, aunque aún está limitado por la Constitución. El rey Felipe VI tiene el poder de disolver el Parlamento, convocar elecciones y nombrar al primer ministro, aunque estas son decisiones que generalmente se toman en consulta con el Parlamento y los partidos políticos.
En fin, a pesar de los debates en torno a su relevancia en la actualidad, las monarquías continúan existiendo en diferentes países del mundo. Pero ¿sobrevivirán en el futuro? La respuesta depende en gran medida de cómo logren adaptarse a los cambios sociales, políticos y culturales del mundo en constante evolución.
Para mantenerse relevantes, las monarquías necesitan buscar formas de conectarse con las nuevas generaciones y demostrar su utilidad en la sociedad moderna. Deben ser transparentes y responsables con sus gastos y compromisos, mostrando su valor en términos de estabilidad política y continuidad histórica.
Asimismo, es fundamental que las monarquías sigan evolucionando y adaptándose a las nuevas demandas de la sociedad, sin perder su conexión con la tradición y la cultura que las define. Deben ser capaces de equilibrar la preservación de su legado con la innovación necesaria para seguir siendo relevantes en el futuro.
En definitiva, aunque las monarquías enfrentan desafíos importantes en la actualidad, tienen el potencial de sobrevivir en el futuro si logran adaptarse y mantenerse relevantes para las generaciones venideras. Deben demostrar su capacidad para ser una fuerza positiva en la sociedad y para desempeñar un papel significativo en el mundo en constante evolución.