A experiencia abierta:
Y acá estoy, después de tanto planearlo, desearlo, cranearlo, compartirlo y sentirlo sin todavía haberlo vivido.
«¿Por qué, para que te vas?», me preguntaron. «¿Por que te vas de casa? ¿Por qué te vas del pais? Y, por qué te vas a un país que queda al otro lado del mundo?», siempre insinuando un deseo fuertísimo de que me quede. Y me fui.
Siempre confié, porque de eso se trata. A veces me distraía, pero esa gente adorada que siempre supo acerca de mi sueño y tuvo la palabra justa para que no afloje, también en esos momentos, estuvo presente.
Hay algo que esta buenísimo, y es la seguridad con la que nos motivamos para dar el gran salto. Contra viento y marea hasta el día que pisamos el aeropuerto. Hasta ese momento, nos acompañamos y decimos, «Confía, es lo que querés y todo va a salir bien». Pero la verdad, una vez que pasas al área del check-in, luego de ver algunos llantos que parecen no coordinar mucho con tu sentimiento, seguir caminando hacia lo que sería el largo viaje que daría inicio a otro viaje mil veces mayor, eso te hace sentir desolación como nunca antes.
Eso si, llegas al nuevo pais y ves todo como novedad. En mi caso, me prometi no pensar ni en el pasado ni en el futuro por 6 meses y solo disfrutar. Es algo que me hacia falta hacía mucho tiempo y, personalmente, me cuesta no pensar en el «qué vendrá».
Antes de viajar, pensaba en como sería el lugar y en que cosas en común habrían entre éste nuevo destino y yo, mis intereses, todo lo que me gusta. Intentaba verme sintiendo lo que seria vivir esta experiencia. Cuando la empecé a vivir realmente, noté que era lo que esperaba y muchas cosas más. Pero (y en esto seguro va a haber muchos inmigrantes en muchas partes del mundo que se sentirán identificados), una cosa es pensarlo y otra cosa es estar viviéndolo, experimentarlo.
Para ser mas concreta, una cosa es saber que Australia tiene una cultura diez veces mas organizada que Argentina y otra cosa es que, de un día para el otro, tienes que ir a un bar a las 5pm porque a las 12 cierra. Como latina, darme cuenta que es un país donde lo que nosotros llamamos «fiesta» no existe, fue un shock. Pero, a la vez, darte cuenta que algunos (por no decir, muchos) australianos, desayunan con cerveza en vez de café o té (o mate, en mi caso), también es otro shock. Y así comencé a tener una seguidilla de shocks. Algunos graciosos, algunos no tanto, otros increíbles y otros que hacen enojar un poquito.
Mi idea es ir contándoles un poco de mis primeras impresiones acerca del país, como es empezar de cero con nuevas reglas e ir descubriendo miles de versiones tuyas en tan solo meses y como se vive y se trabaja en éste lugar en base a mi experiencia y la experiencia de algunos viajeros que me fui encontrando en el camino.
Una de las preguntas que me hacía antes de llegar era, «¿En qué voy a trabajar? ¿Qué voy a hacer para poder vivir en ese nuevo lugar?». Y les voy a contar algo que para mi es concreto y cierto, cuando llegas y empezás a moverte, conversar con gente, buscar medios de contacto e información, eso que al principio es una gran preocupación, se convierte en una de tus mayores ocupaciones. Y digo «una» porque solemos tener dos grandes ocupaciones: la primera por default es, disfrutar y conocer; y la segunda es trabajar para que tus ahorros no mueran tan pronto.
Dicho así, parece no ser tan difícil. Pero desde el día uno aparecen nuestros amigos: el miedo, la extrañitis, la inseguridad de poder lograrlo, las ganas de conocer todo, las ideas de como queremos vivir, en fin, aparecen todas las emociones juntas pero no muy bien identificadas. Es que les digo que se siente muchísimo, se siente como demasiado.
Antes de venir a Australia, estaba preparada mentalmente para hacer trabajos que nunca había hecho en Argentina. Principalmente, trabajos del sector de servicios. Anteriormente, siempre había trabajado como profesional en Recursos Humanos que, para quienes no tienen conocimiento en la materia, es un trabajo administrativo en oficina o remoto para diferentes compañías. Entonces, asumiendo que todo iba a ser distinto a lo conocido, mi meta fue disfrutar cada desafío, cada nuevo trabajo. Así que emprendí mi primera búsqueda.
Un domingo a la mañana en Sydney, identifique la avenida principal del barrio y salí a caminar. Tenia un CV armado con todas mis experiencias, todas de mentira, donde detallaba la cantidad de años que había trabajado en dos cadenas de hoteles conocidas internacionalmente pero, en ese momento tuve la mala (o buenísima) suerte que no lo pude imprimir. Claro, todo funciona distinto. Fui a la biblioteca municipal pero había que pagar con tarjeta a través de la app del banco (australiano) en el teléfono. En mi primera semana de viaje, apenas había conseguido un número de teléfono local. Pregunto, «¿Aceptan efectivo?», Y no. Así que confié y, caminando, entré a cada restaurant y café que encontré abierto contando que soy Argentina, que vine con una Work and Holiday Visa, que era mi primera semana en el país y estaba buscando trabajo DE LO QUE SEA.
Resulta que los restaurantes no están abiertos a la mañana, solo los cafés. Como no tengo experiencia haciendo café (pues, además, fiel tomadora de mate argentino), no me estaba yendo muy bien. Aunque me encontré con una amabilidad que no esperaba. Al punto que el dueño de un local me invitó a tomar un café para que le comente un poco qué tipo de trabajo estaba buscando.
Así fue como, sin querer, termine en un restaurant que tenía la puerta abierta pero no estaba abierto. Me encontre con la moza y le di mi número para que lo comparta con su Manager. A los dos días me llega un mensaje de texto que, por supuesto, no leí. En Argentina, el Whats app es el medio de comunicacion más popular porque es gratis, entonces no acostumbraba a usar SMS. En Australia, la gente no tiene inconvenientes en pagar los SMS asi que, ¿Para que usar otra aplicación? A los 5 días, me llamó y empecé a trabajar como moza por las noches en un restaurant de comida italiana. Me encontré con la situación de que: no conozco nada de tipos de pasta, soy vegetariana entonces no conozco mucho los cortes de carne y, como frutilla del postre, había que entender a los clientes con un acento ingles super particular y difícil de entender, el famoso ingles australiano.
Me tomó unas dos semanas entender un poco mejor cuando pedían los platos y poder buscarlos en el dispositivo que me daban para tomar órdenes. Lo mas curioso fue que el dueño del restaurant era africano y su esposa era argentina. Increíblemente, hablaban algunas palabras en español, me decían bienvenida, bonita, y me pedían que lleve el mate al trabajo. Que tengas ese nivel de cercanía con tu país, en el primer mes de vivir en un país totalmente distinto, te hace sentir muy agradecido.
Hasta ahora , todo es lado A. Logré ir integrándome al equipo, aprendiendo las tareas, y conociendo el trato con los clientes. Pero siempre hay lado B. Y fiel a mi promesa, nunca le ganó al lado A. Pero se los voy a contar.
Más allá de venir con mucha o poca informacion respecto a lo laboral, hasta no llegar y empezar a trabajar, no entendés como funciona el país. Por suerte acá, se protege mucho los derechos laborales en teoría y práctica y, siempre se puede decir que no sin sentirse que vas a perder el trabajo.
Pero la realidad es que en los primeros trabajos, aparece la sensación de ser extranjero. Mas allá de sentir eso, me enfoqué en valorar mi trabajo, informarme y entender que también hay que ser flexible al principio. Así, la experiencia se transformó en constructiva y las relaciones con las personas que fui cruzando, se volvieron fuertes en muy poco tiempo.
Es que a fin de cuentas, lo importante en este camino es eso, conectar, agradecer, ayudar y dejarse ayudar. Sentir que podes volver y seras recibido de la mejor manera.
Pilar Palacios
abril 16, 2023 at 12:52 am
CUMPLE SUEÑOS QUIE RESISTE🙋♀️😍